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Entrevistas 11 febrero, 2020 Innovación Programa Fast Track Innobideak

Skunkfunk: «Es un drama lo que estamos viendo con el desperdicio de la ropa”

La firma vasca, con dos décadas de experiencia en la industria textil y presencia en 34 países, es una de las abanderadas de la llamada ‘moda eco’
Mikel Feijoo, fundador y director general de SKFK.

La firma vasca, con dos décadas de experiencia en la industria textil y presencia en 34 países, es una de las abanderadas de la llamada ‘moda eco’

 

Hablar de la firma vasca Skunkfunk es hablar de moda sostenible, de una de las abanderadas de la moda eco en el Estado y del deseo inquebrantable por parte del empresario vasco Mikel Feijoo Elzo de asentar otra forma de desarrollar esta industria. De hacer moda de un modo diferente, quizá más responsable… Una filosofía nueva, en definitiva, que ayude a combatir el sobre consumismo actual y ponga sobre la mesa “sinsentidos” como el que tuvo lugar el pasado año, cuando la industria fabricó nada menos que 100.000 millones de prendas en todo el mundo para 7.000 millones de personas…

Un “drama”, en palabras de Feijoo, fundador y director general de SKFK, que además alerta sobre una realidad desconocida por esta industria, convertida ya en un agente tóxico para el medio ambiente. Y es que actualmente, la moda produce ya más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos

Pues bien, sobre algunos de estos ejes pivota la filosofía de esta empresa vasca con sede en Lezama y vocación internacional que en estos momentos da empleo a 120 personas, está presente en 34 países y cuenta con tiendas propias en Estadios Unidos, Chile, Francia, Portugal y España.

 

¿Son ustedes la voz de la conciencia?

Nosotros llevamos más de 20 años en este sector y las cosas han cambiado muchísimo, tanto en la forma de elaborar moda como en los niveles de producción, las compras, el número de veces que se utilizan las prendas… La ropa ha pasado de ser un producto de lujo y aspiracionalidad a algo con obsolescencia programada de usar y tirar. Y eso es un drama, ¡un auténtico drama! En ese sentido, en SKFK tenemos conciencia y tenemos voz, por eso una de las cosas que creemos que tenemos que hacer es intentar compartir todo lo que hemos aprendido en estas décadas, sintetizar todos los sustos que hemos visto y recibido y compartir cómo estamos produciendo la mayor parte de la ropa que consumimos.

 

¿Es eso un alegato en contra del consumismo?

No, no… No se trata de dejar de consumir sino de hacerlo de otra manera. Comprar menos y comprar mejor. Vivimos y formamos parte de una sociedad acostumbrada a consumir, eso es innegable, pero a través de un mejor comportamiento en este sentido podemos mejorar muchas cosas. La moda sostenible no es un nicho, es una necesidad y un claro valor en alza.

 

¿Por qué dio el paso hace veinte años para convertirse en empresario?

Ocurrió mientras estaba trabajando en Londres. Acabé cansado de vender la ropa de otros y, sobre todo, de contemplar cómo muchísima ropa acababa destruida con apenas un solo uso… Aquello me pareció terriblemente injusto y supongo que aceleró mi decisión en favor del slow fashion.

 

¿Es usted uno de los peores enemigos del llamado ecopostureo?

La sostenibilidad está en estos momentos al alza en el mundo de la moda y parece ser que además ha venido para quedarse. ¡Ojalá sea así!, pero todavía nos queda tanto por cambiar… En cualquier caso, bienvenida sea esta corriente en favor de lo green y respecto al ecopostureo, pues también existe, claro, y se da. Todo el mundo habla de objetivos de desarrollo sostenible pero hay que mirar lo que la gente y las empresas hacemos.

 

¿Y qué hacemos?

Menos de lo que deberíamos, sin duda, porque al final tú eres lo que haces y no lo que dices. Pero también pongo el foco en ese binomio que forman las empresas y las personas, pues las primeras, al final, hacen lo que los consumidores les demandan.

 

¿Qué se puede hacer desde un punto de vista consumidor?

Aprovechar mejor el tremendo poder que emana de nuestro consumo y gasto diario. ¡No sabemos lo que tenemos! Según cómo gastes tu dinero, según lo que compres o a quién, estás construyendo un mundo u otro. Por eso todos podemos y tenemos que hacer algo o lo vamos a tener bastante mal. Hay muchas cosas que se pueden hacer que no requieren tanto esfuerzo a nivel individual. Cosas como mirar qué compramos, a quién, de qué material está hecho o dónde se fabrica…

 

¿Cuáles son los valores de SKFK?

Nuestro compromiso con la sostenibilidad y el consumo sostenible para una mujer femenina están ahí, al igual que una forma de entender y hacer una industria más responsable. En los años que venimos trabajando en ello hemos demostrado que sí es posible abordar una transformación de lo convencional a lo sostenible, y lo hemos hecho apoyados en lo idéntico y lo auténtico, que creo que son otros dos valores que nos definen bien. Cuando salimos al extranjero –la firma vasca exporta el 70% de su producción-, estas cualidades en la marca son muy apreciadas. China, sin ir más lejos, es un buen ejemplo de ello.

 

¿Cómo compite una pyme como SKFK contra los grandes grupos multinacionales?

Nosotros  abogamos por otro modelo. Apostamos por el slow fashion (control de todo el proceso productivo) frente al fast fashion, que es el que nos lleva al uso prácticamente único.

 

¿Son ustedes una empresa 100% sostenible?

Eso no existe, porque en el momento en que llevamos a cabo una producción ya tenemos un impacto negativo. Esto es así sí o sí. No existen empresas sostenibles, por eso la clave está en que esa balanza entre el impacto negativo y el impacto positivo sea lo más equilibrada posible. En ese sentido somos un ejemplo de transformación de moda convencional, pues hace veinte años no sabíamos nada ni se hablaba de este tema. Sin embargo, hemos ido dando pasos en este sentido sin perder el norte, ni el adn de nuestra marca, que es muy importante, en un sector híper competitivo, cambiante y muy saturado. Y lo hemos podido hacer  porque diseñamos y generamos un valor de diseño sin perder el objetivo de mejorar las cosas. Desde las fibras que utilizamos hasta cómo pintamos, cómo transportamos o cómo empaquetamos. Es clave esta interacción con el consumidor.

 

En ese proceso transformador del que nos habla, llama la atención el tema del alquiler de ropa en el que tienen depositadas buenas perspectivas…

No es nada nuevo ni hemos inventado nada, pues ya existen coches de alquiler, casas e incluso música, así que ¿por qué no va a existir en el mundo de la moda? Esto nos permitirá el día de mañana, cuando tengamos un poco más de estructura, generar proyectos con más creatividad que no sean tan comerciales pero en estos momentos no es un asunto de negocio sino una forma de tener siempre un reto constante.

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