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Entrevistas 18 enero, 2024 Financiación

Fundación Artizarra: “Tenemos que tener más empresas grandes”

El empresario José Galíndez forma parte del patronato de esta fundación, impulsada recientemente para crear un entorno rico en financiación para empresas con potencial
Jose Galíndez.

Con el objetivo de revitalizar el tejido empresarial de Euskadi y “hacer País” nació hace ahora 20 meses la Fundación Artizarra, promovida por reconocidas personalidades del mundo de la empresa vasca que está decidida a conseguir que ningún proyecto con potencial se quede huérfano de financiación y que el dinero de Euskadi se invierta y se reinvierta en Euskadi, sostenía recientemente en Made in Basque Counrtry José Galíndez, empresario y uno de los miembros del Patronato de Artizarra.

Cuando analizamos el contexto de esta Fundación y analizamos a sus impulsores, entre ellos usted, que lo han hecho y conseguido ya casi todo en el mundo de la Empresa, ¿por qué este paso adelante?

Es muy natural, cuando uno ha estado en el mundo de la empresa durante muchos años y cuando uno ya va poniendo canas en su pelo también quiere aportar algo. No tanto como compensación a lo que ha recibido, pero sí aportar un poco de experiencia y de tiempo para revitalizar o dinamizar el mundo empresarial.

¿Los comienzos o las reticencias de esta fundación están siendo las que esperaban?

Cuando haces una cosa muy innovadora siempre abres camino, y abrir camino no siempre es fácil. Artizarra es una Fundación que surge para dinamizar la cultura inversora, pero que, además, tiene en su propiedad una gestora de capital privado. Y esto es algo muy novedoso, porque las gestoras de capital privado son empresas de inversión que normalmente están ligadas a capital privado y a la gente que gana dinero con esto. En este sentido, que la propietaria sea una fundación sin ánimo de lucro sorprende hasta al mismo regulador.

¿Podría decirse que lo que anhelan es una cultura de la inversión como ya la hubo en Euskadi hace muchos años… (Iberduero, BBV..)

Ha habido iniciativas desde hace muchos años. La idea es que haya buenos proyectos en Euskadi y en Navarra en los que merezca la pena empujar y que no se deje de lado por falta de capital. Acompañando a eso damos cursos, fomentamos la cultura inversora, fomentamos entre los chicos y las chicas el conocer qué es la inversión o cómo funciona esto. Esta es la tarea, no solo fomentar la inversión, sino fomentar el conocimiento alrededor de la inversión empresarial.

Entre los impulsores de la Fundación hay notables figuras del ámbito de la empresa en Euskadi. ¿En qué contexto se produjo el convencimiento para lanzar este proyecto?

No hay experiencia que sobra. Con la edad sueles tener menos energía, pero tienes mucha experiencia, mucho que aportar, y yo en el tema de las puertas giratorias creo que hay que esa experiencia es muy necesaria. Dicho esto, hay que aprovecharla bien.

 En su presentación llegaron a expresar aspectos como… «Hemos creado esta herramienta para que no vengan de fuera a comprar nuestras empresas y se lleven nuestro futuro y para que nuestro dinero se invierta aquí…” Esto puede sonar a aquello del “American first” de Donald Trump…

No exactamente. Más bien, se trata de que haya capital local disponible para los buenos proyectos cercanos. Que seamos capaces de crear un entorno rico en financiación de empresas con potencial. Hay momentos en los que no hay más remedio que vengan desde fuera, porque muchas veces el volumen del capital del que podemos disponer se nos escapa. Y yo diría que no solo a Euskadi, sino al resto de España. Tenemos que ver en qué liga podemos jugar, pero en el tejido empresarial vasco y navarro hay circunstancias que hacen que este tipo de inversión sea muy necesaria, ya sea porque las empresas se internacionalizan, porque crecen nuevos productos o porque hay una sucesión mal organizada.

El brazo inversor de la Fundación es Stellum Capital, en el que trabajan 14 personas. ¿Qué ha gestionado hasta ahora?

La gestora tiene una vida bastante reciente. Los fondos que están detrás son también razonablemente recientes y yo diría que vamos camino de los 160 millones de euros con aspiración a llegar a los 200 millones. Es muy conveniente que tengan volumen, porque hay unos profesionales muy buenos que tienen que estar detrás de estas iniciativas y, por lo tanto, hay que tener una cierta masa crítica. En estos pasos estamos llegando a los objetivos que nos estamos marcando.

¿Digamos que son ustedes los que están tomando el relevo de lo que en el pasado hizo la banca y tuvo que abandonar?

Nosotros animamos a inversores particulares, familias empresarias, instituciones o fondos de pensiones a que inviertan en nuestros fondos. Esta sería la entrada de dinero y cada uno, en la medida que pueda, contribuir. Con estos fondos, en lo que se fija la gestora es en oportunidades de inversión. Cuando alguien entra en el capital, que puede ser una participación minoritaria, acompaña al empresario o a la nueva idea durante un cierto tiempo. Es verdad que en estas inversiones tiene que haber un horizonte de salida. Es decir, uno no está aquí para siempre y es bueno que tenga ese horizonte de salida, porque en un momento dado igual el proyecto ya despega solo o igual llega un socio industrial y es el que entra y lo lleva al siguiente nivel. Es esa función la que cumple esta gestora.

 Aprovechando su experiencia reciente al frente del Círculo de Empresarios Vascos, ¿qué salud tiene hoy la empresa vasca?

Hay áreas a las que tenemos que prestar atención, pero en el corto-medio plazo yo creo que estamos bien.

 ¿Y la imagen social del Empresario/a?

Si miramos 30 años atrás, claramente ha mejorado. Creo que la imagen de la empresa y del empresario está muy por detrás de lo que debería estar. Y está peor en la medida en que la empresa es un poco más grande. El pequeño empresario, el autónomo, está muy bien considerado, casi como un héroe. La empresa mediana ya es sospechosa, y la grande ya es aparentemente un enemigo social. Lo he dicho públicamente: tenemos que tener más grandes empresas. Las grandes empresas dan estabilidad en tiempos duros como en el COVID, que fueron éstas quienes aguantaron el empleo y las que tuvieron la capacidad para soportar.

 Tenemos el triste récord de ser la región con mayor número de huelgas y unos niveles de absentismo también de récord… ¿De qué cree que es síntoma?

Eso es parte de nuestros problemas. Tenemos que cambiar como sociedad un poco el chip, porque hemos llegado hasta aquí debido a que nos hemos esforzado mucho, hemos trabajado duro y porque el estado de bienestar no se mantiene de otra manera. El relajarse en esto pensando que solo tenemos derechos pero no tenemos obligaciones, es un error que tenemos que ajustar.

 ¿Por qué cree que en Euskadi no surgen más empresarios?

Tenemos un tejido empresarial dinámico y creativo, pero tenemos que trabajar más en la generación de nuevas empresas. Para eso hacen falta empresarios. Yo creo que para generar nuevos empresarios tenemos que trabajar con los chicos y las chicas en edad escolar, que conozcan el mundo de la empresa, adelantar su entrada en el mundo laboral y fomentar la formación profesional y vocacional y no solo la universitaria. Las empresas necesitan personas. Somos un territorio razonablemente competitivo y tenemos que hacernos más atractivos en un mundo donde ahora, a corta distancia, tenemos Madrid, Valencia, o Málaga, entre otros, que son centros muy atractivos y magnéticos para la juventud. Y si miramos para afuera también hay sitios como Ámsterdam, que también están a tiro de nuestra juventud y tenemos que competir contra ellos.

 ¿Cómo se arregla en Euskadi un problema histórico como es el del tamaño?

Hablamos mucho de la captación y la retención del talento o del reto demográfico, que a mi parecer están ligados. Estamos descendiendo en población, que nos hemos mantenido en 2.200.000 habitantes los últimos 20 años, pero no vamos a poder aguantar ese nivel a menos que incrementemos la inmigración en todos los tipos de profesionales.

Y para concluir. ¿Un mensaje de optimismo para este 2024 recién comenzado?

Para 2024 hay tendencias que se ven con optimismo, como el control de la inflación, que empujará a la baja los tipos de interés. Esto aliviará el coste de financiación de particulares y empresas y ayudará a cambiar la actual tendencia de ralentización de la economía. Los nubarrones están en las guerras de Ucrania y Oriente Medio, y en el auge de los populismos y autoritarismos que amenazan la libertad y la prosperidad en tantos puntos del planeta.

 

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