El informe GEM de Emprendimiento señala que la actividad emprendedora en Euskadi avanza significativamente pasando en un año del 3,3% al 5,8%, lo que supone un repunte en el número de personas que emprenden negocios. De igual manera, se constata el incremento del capital semilla para emprender, 23.500 euros frente a los 15.000 euros en el ámbito estatal. El equipo de investigadores GEM (Global Entrepreneurship Monitor) de la Universidad de Deusto, Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea y Universidad de Mondragon ha presentado hoy los esperados datos sobre emprendimiento en Euskadi, información importante para poder tener una fotografía actualizada del estado del emprendimiento en nuestro territorio.
La actividad emprendedora total en la CAPV avanza significativamente durante el año 2017-18: pasa del 3,3% registrado en el año 2016 al 5,8% del ejercicio actual. El indicador de consolidación empresarial se recupera moderadamente y comienza a percibirse el envejecimiento de la población ya que se son evidentes las cifras de personas empresarias que se jubilan y por tanto abandonan su actividad.
El perfil de la persona emprendedora en la CAPV es el de un varón (59%), con una edad promedio de 40 años, con un nivel alto de formación y un nivel de renta superior. La identificación de oportunidades es el principal motivo para emprender.
En la CAV se constata el incremento del capital semilla para emprender, 23.500 euros (frente a los 15.000 euros en el ámbito estatal). Se observa además un importante incremento de proyectos nacientes con una alta inversión para su arranque (>150.000 euros). Las aportaciones del propio equipo promotor son -como es habitual-, la principal fuente de financiación (45%). Le siguen las instituciones financieras (15,71%), inversores especializados (10,72%), aportaciones de familiares (10,36%) y programas de ayudas públicas (9,82%).
Se incrementa la capacidad de generar empleo de las nuevas empresas: son menos aquellas iniciativas orientadas al autoempleo, y son más los proyectos que suponen la creación de uno y cinco empleos. Respecto a los indicadores de innovación utilizados en la investigación GEM: se trata de un producto o servicio novedoso, y escasez de competidores y tecnologías de menos de un año, son, una vez más, el punto fuerte del emprendimiento vasco. La internacionalización de los nuevos negocios se mantiene estable.
La percepción sobre la existencia de buenas oportunidades de negocio, ha ido en aumento en los últimos años, hasta llegar al 30,6%, y se ha recuperado respecto a los niveles anteriores a la crisis económica. El miedo al fracaso como obstáculo para emprender ha disminuido en el último año, lo que es un dato positivo, ya que favorecerá que más personas tomen la decisión de crear una nueva empresa.
Se observa un especial empuje de las mujeres emprendedoras vascas: ellas detectan más oportunidades, tienen menos miedo al fracaso y tienen mayor confianza en sus conocimientos y habilidades que los emprendedores varones.
En la edición 2017-18, las condiciones del entorno mejor valoradas para emprender han sido la infraestructura física y de servicios (4,0), los programas gubernamentales (3,3) y la infraestructura comercial y profesional (3,0). En contraste, lo peor valorado del entorno para la actividad emprendedora vasca ha sido el papel de la educación primaria y secundaria (1,8), y la dinámica del mercado interno (1,9). Es importante destacar que al comparar España con la Unión Europea, existe un reconocimiento y buen posicionamiento en lo relativo a la infraestructura física y de servicios, los programas gubernamentales, la educación de grado medio y superior, las políticas gubernamentales y las políticas de apoyo.
Las personas emprendedoras vascas son casi un 6% de la población de la Comunidad Autónoma del País Vasco en 2017-18. Son los agentes clave del cambio tecnológico, cultural y social, son generadoras de empleo, de proyectos innovadores y de regeneración empresarial. En consecuencia, los empresarios y las empresarias son una parte muy necesaria de nuestras sociedades, sobre todo cuando se persigue afrontar nuevos escenarios económicos y sociales.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
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