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Entrevistas 5 octubre, 2020 Internacionalización

Lascaray, la más antigua de Euskadi

La compañía alavesa, fundada en 1823, transita ya por su sexta generación familiar y centra su actividad en los sectores oleoquímico y cosmético
Felix Lascaray.

 

Casi 200 años de vida contemplan la trayectoria de Lascaray, una compañía alavesa que vio la luz en 1823 como fabricante de velas de sebo y a la que diversas investigaciones sitúan como la empresa más antigua de Euskadi. Asentada en la capital alavesa y con una plantilla en estos momentos de 85 personas, su doble actividad se centra en los sectores oleoquímico y cosmético, con un portfolio de más de 500 referencias. Con ADN 100% familiar, Lascaray camina ya por su sexta generación. El pasado año facturó 36 millones de euros y mantuvo unos niveles de exportación cercanos al 35%, constituyendo el mercado latinoamericano principal negocio internacional. Félix Lascaray, director general de la compañía, analiza para SPRI las claves de este referente empresarial vasco.

 

¿Cuál es la clave, si es que existe alguna, para alcanzar este nivel de compromiso en una empresa familiar?

Probablemente sea el sentimiento de responsabilidad que nos han ido inculcando desde pequeños nuestros antepasados, unido a la pasión, la constancia y el esfuerzo. Siempre recuerdo en este punto que mi padre, que se acaba de jubilar con 75 años, sigue viniendo cada día a la empresa; o que mi tío, que falleció a los 85 años, hizo otro tanto… Esto es un estilo de vida más que un trabajo.

 

Usted representa la sexta generación familiar, pero dentro de la empresa hay incluso quien ya se encuentra en la séptima…

Es cierto, tengo 34 años y llevo ocho en la compañía, de la que formo parte desde que tenía 26, cuando mi padre decidió que era el momento. Por protocolo familiar, antes de este paso estuve formándome y trabajando en el extranjero, fuera de la empresa familiar, como una suerte de aprendizaje hasta regresar a Vitoria, donde empecé desde abajo para tener un conocimiento más amplio de la fábrica y la empresa. Y respecto al dato de la séptima generación, es cierto, hay un familiar, en este caso un primo que es el Director de Exportación que ya pertenece a la séptima generación familiar de Lascaray.

 

No existe un dato oficial que certifique que son la empresa más antigua del País Vasco, pero tampoco lo contrario…

No tenemos constancia oficial, pero sí que es cierto que habido diversos estudios por parte de algunos investigadores que nos dicen que no han encontrado nada y que de momento somos los más antiguos del País Vasco.

 

¿A quién corresponde el impulso de este grupo empresarial?

A Juan Bernardo Lascaray, que en 1823 llegó a Vitoria-Gasteiz procedente de Ciboure (Francia) para fabricar velas de sebo en una primera fábrica que instaló en el barrio del Prado. Poco después, en 1855, fue Casimiro Lascaray, la segunda generación, quien dio un paso más al frente con una nueva factoría que denominó La Estrella Alavesa, LEA, donde fabricaban bujías esteáricas y jabón de oleína. De aquellos días data el nacimiento, por ejemplo, del jabón de Marfil… Y luego se fueron sucediendo nuevas generaciones, más diversificación y ampliaciones varias como la de 1973, cuando la empresa se trasladó hasta su actual ubicación en el polígono industrial de Arriaga.

 

Hablar de Lascaray es hablar de un referente histórico en el ámbito del tejido empresarial de Euskadi por su dilatada trayectoria pero también como uno de los referentes en el sector oleoquímico por su destreza para fabricar ácidos grasos. ¿Qué son exactamente y dónde reside su valor?

Al ácido graso no se le conoce mucho por su nombre pero se encuentra en muchos productos cotidianos del día a día. Es un derivado esencial de la composición de la mayoría de grasas y aceites que podemos encontrar en el medio natural y en los seres vivos, y que se utiliza, por ejemplo, en los detergentes, los suavizantes, las cremas corporales o los neumáticos. Todos los detergentes que se fabrican en España y en varios países de Europa llevan ácidos grasos que salen desde nuestra fábrica, al igual que sucede con las ruedas.

 

La segunda gran línea de negocio es la cosmética, abanderada por la marca LEA. ¿Qué peso tiene en el día a día del negocio?

La división cosmética representa en estos momentos en torno a un 45% de nuestra facturación y tenemos más de 500 referencias. Fabricamos nuestra propia marca (LEA) pero también elaboramos producto para otras marcas, sobre todo del sector de la distribución y las grandes superficies.

 

¿Qué tipo de productos?

Fabricamos muchas referencias y muy dispares. En caso de las cuchillas de afeitar, por ejemplo, vendemos más de 15 millones de millones cada año, y el campo de los desodorantes, por ejemplo, otros cinco millones. También mucha crema hidratante, jabón de manos, toallitas higiénicas, espumas para el afeitado…

 

¿Por qué ese despertar tardío de Lascaray hacia la exportación?

Realmente la necesidad de comenzar a internacionalizarnos surgió tras la anterior crisis, hacia el 2010. Hasta entonces, las partidas eran casi testimoniales, pero a partir de ahí trazamos un plan, pusimos el foco en países de Latinoamérica, especialmente en aquellos con más margen de recorrido para nuestros productos, y comenzamos a crecer. A día de hoy, los niveles de exportación en Lascaray se sitúan en torno a un 35%, siendo países como Perú, Colombia o Cuba donde más penetración estamos teniendo.

 

Dadas las circunstancias derivadas de la COVID19, el hidrogel desinfectante es un producto que se ha disparado a todos los niveles y les está reportando unos niveles de producción extraordinarios.

Llevamos más de 15 años fabricando hidrogel desinfectante, pero lo que hemos vivido desde marzo es algo que no habíamos experimentado nunca, algo excepcional. Sí que en 2009 con la ‘Gripe A’ también experimentamos un pico notable de producción y ventas, pero no tan largo como éste, lo que nos lleva a ser cautos ante la evolución de la pandemia.

 

Prudencia y cautela… ¿Por qué?

Porque nunca es bueno que haya un desequilibrio en la economía ni en los mercados, como sí está sucediendo ahora, donde hay sectores a los que le va muy bien y otros a los que les ocurre lo contrario… Este análisis ya lo sufrimos en la anterior crisis, que si bien comenzó en 2008 a nosotros nos afectó un par de años después, por eso preferimos apelar ahora a la prudencia y responsabilidad, tratando de mantener un equilibrio en nuestro modelo de negocio ante la tremenda volatilidad en el que nos encontramos.

 

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