Composite Patch desarrolla una solución pionera del mundo para la reparación de barcos
La revolucionaria resina de la pyme donostiarra es ya una referencia internacional en el ámbito naval y apura el salto a la aeronáutica
Álvaro Pipó es un ingeniero donostiarra, amante de la vela, curioso y perseverante. Después de cumplir con éxito sendas etapas universitarias en Francia y Dinamarca escogió Valencia para realizar su proyecto de fin de carrera. Concretamente en un astillero donde comenzó a trabajar muy de cerca con esos Ferrari del agua que suelen participar en competiciones transoceánicas como la Copa América de Vela.
Pues bien, fue en ese idílico entorno para un navegante donde germinó su proyecto empresarial, una ingeniería cargada de experiencia y talento que en el fondo escondía un objetivo vital: salvar vidas.
Como quiera que las durísimas condiciones climatológicas que suelen rodear a este tipo de pruebas náuticas acostumbran a agrietar, cuando no romper, el casco de este tipo de barcos, era habitual que los patrones le solicitaran antes de zarpar restos de composite o fibra de carbono a modo de parche con los que salir airosos en caso de incidente. Una solución de emergencia que, sin embargo, de poco o nada servía ya que las condiciones que la fibra de carbono convencional necesita para su óptimo funcionamiento huyen de la humedad y bajas temperaturas, estados que, por norma, suelen imperar en el Atlántico.
De ahí la idea. El reto mayúsculo de desarrollar una nueva resina que no solo solventara este problema sino que además lo hiciese de una forma sencilla y eficaz. Tres años después de aquel “punto de inflexión”, Composite Patch es una brillante realidad con éxito internacional en el campo de la náutica y una ampliación de su sede del Parque Tecnológico de Gipuzkoa en ciernes desde la cual, aseguran sus fundadores, se preparan para la siguiente fase: suministrar sus revolucionarios parches a otros nichos de mercado como el aeronáutico y petroquímico.
¿En qué contexto nace Composite Patch?
Aproximadamente en 2011, fruto de una necesidad que detecté durante la fabricación de los barcos que compiten en la vuelta al mundo de la Ocean Race en Valencia. Al astillero donde estaba trabajando en ese momento se acercaban muchos navegantes en busca de restos de materiales de fibra con los que poder reparar sus estructuras llegado el momento… Parches casi salvavidas que los navegantes utilizaban sin embargo en condiciones de frío intenso y mucha cantidad de agua, lo que provocaba un fracaso tras otro. La aplicación de ese tipo de resina en esas condiciones no servía para nada.
¿Entonces…?
Entonces un par de amigos y navegantes olímpicos vascos se vieron en una de esas situaciones complicadas y ahí fue cuando realmente decidimos hacer algo. Buscar una solución eficiente y además sencilla en su aplicación. Nos pusimos manos a la obra y tres años después lo conseguimos.
¿Cuánto de azar o de casualidad cree que ha tenido su proyecto?
Siempre suelo decir que la casualidad y la suerte se buscan, no llegan solas. En nuestro caso fueron dos años intensos, casi tres, de investigación y desarrollo donde fallaron muchas cosas y hubo momentos para desesperarse pero al final la perseverancia nos llevó a encontrar justo lo que queríamos, desarrollarlo y sacarlo al mercado de una forma sencilla y correcta. Pero casualidades no suele haber, siempre se buscan.
Un sistema desarrollado de forma sencilla y correcta…
Así es, no podía ser de otra manera. La idea con la que este proyecto surgió no fue para desarrollar una patente sino para salvar vidas, las de mis amigos y compañeros. Ese era y es el sentido de Composite Patch.
¿Cuál diría que es el valor diferencial de esta resina?
Los puntos clave de esta tirita tecnológica, podríamos decir, es que hace que las reparaciones de todo este tipo de estructuras se puedan llevar a cabo en cualquier situación crítica, tanto encima como debajo del agua, tanto con calor como con frío, y además de una forma muy sencilla. Simplemente se deben retirar unos plásticos y aplicarlo después sobre la estructura dañada. No hace falta tener ningún conocimiento específico sobre composites y ahí está una de las claves de su éxito. Es tan simple que no se puede fallar.
¿La resina está enfocada únicamente a la reparación o podría llegar a fabricarse barcos u otro tipo de medios de transporte con la misma?
Está más enfocada hacia las reparaciones pero qué duda cabe que también se podrían fabricar cascos o estructuras con este mismo material. Pero en su forma y en su concepto está diseñado para hacer reparaciones rápidas en barcos, bicicletas de carbono, piraguas o las palas de los aerogeneradores. Estructuras donde una reparación de composite es muy eficiente y muy práctica.
¿En qué fase se encuentra el proyecto?
En estos momentos estamos muy satisfechos y contentos, aumentando nuestra facturación en dos dígitos todos los meses y con un nivel de éxito que no esperábamos en diversos sectores.
Más allá de la náutica y el sector eólico, ¿en qué otros nichos de mercado podría tener una buena acogida esta nueva ‘tirita’?
Estamos llevando a cabo en estos momentos proyectos para el sector aeronáutico (prácticamente todos los aviones se están fabricando en estos momentos en fibra de carbono) y también en el sector petroquímico para la reparación de tuberías.
¿Y cuáles son las expectativas en el corto medio plazo?
Instaurarnos como potenciales proveedores de todas las empresas eólicas y las de reparación, y desarrollar a muy corto medio plazo los parches para aeronáutica. Y al mismo tiempo, empezar a pensar en la ampliación de nuestra fábrica en el Parque Científico y Tecnológico de Gipuzkoa por cuanto se nos ha quedado ya pequeña. Si queremos seguir creciendo, y estamos ya en prácticamente todo el mundo, necesitamos esa ampliación.
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