Lezama Demoliciones, cuando el derribo es casi un arte
Lezama Demoliciones acumula tres décadas de trayectoria en el sector de la demolición industrial y civil, contándose entre sus clientes grandes compañías internacionales, administraciones públicas y constructoras. Con sede en Trapagaran (Bizkaia) y fundada en 1995 al calor de la reconversión industrial de Euskadi, cuenta actualmente con una plantilla de 160 personas y una facturación cercana a los 50 millones de euros. En estos momentos trabaja en la demolición de la central térmica de As Pontes (Galicia), la más grande del Estado, señala Erik Sandonis, responsable de la oficina técnica y de I+D+i de Lezama Demoliciones.
¿Realmente su actividad se acerca más al arte que a la destrucción?
Quizás no diría tanto al arte, pero es cierto que desde el punto de vista tanto técnico como ambiental, las demoliciones tienen una complejidad que normalmente es desconocida para el público. La planificación de las obras, separación de materiales o gestión y transporte de residuos son aspectos complejos que hay que gestionar, junto a cálculos de estabilidad de los elementos a demoler, ya sea con maquinaria o mediante voladuras. Estamos en un sector que tiende a verse como algo sucio y poco técnico, y es todo lo contrario. Por los riesgos que conlleva, la parte técnica está muy estudiada siempre, y en la parte medioambiental, como es evidente debido al estricto control de las administraciones y nuestros clientes por la cantidad de toneladas de residuos gestionados, debe realizarse con un grado de excelencia, me atrevería a decir. Precisamente somos parte de AEDED (Asociación Española de Demolición) junto a la que tratamos de dar visibilidad a la tecnificación del sector.
¿En qué obras o proyectos emblemáticos han tomado parte en los últimos años?
Por emblemático destacaría la demolición del antiguo estadio de San Mamés que realizamos en 2013, incluida la bajada del emblemático arco. Trabajamos como única subcontrata en la parte de demolición para la UTE encargada de todo el proyecto. Se trabajó en tres meses a contrarreloj, mientras se construía el estadio actual, y se finalizó en plazo y sin ningún accidente. Sin embargo, históricamente nuestros proyectos se centran más en el ámbito industrial, principalmente en el sector químico, petroquímico y siderometalúrgico. Desde 2017 entramos con fuerza en el sector energético, y actualmente destacaría el recién iniciado desmantelamiento de la central térmica de As Pontes, la más grande de España con 1400 MW que estamos simultaneando con dos centrales más (Litoral y Narcea), así como la repotenciación de parques eólicos, donde hemos entrado en este ejercicio 2025.
¿Cómo se especializa una compañía como la suya en nichos de negocio tan concretos como la demolición de centrales térmicas de carbón?
El Gobierno de España, en línea con las directrices europeas, decidió descarbonizar el sector energético la década pasada, cerrando todas las plantas de generación térmica de carbón para reducir las emisiones de la generación de electricidad. Como ya teníamos experiencia en plantas de generación más pequeñas, nos especializamos en ello, la empresa creció y realizó inversiones en maquinaria para adaptarse a las necesidades de estas obras y clientes, y hemos realizado buena parte de estas demoliciones desde 2016 que comenzamos con la primera.
¿Cuánto tiempo se puede llegar a tardar en demoler una instalación de estas características?
Las centrales térmicas, en el caso de que el desmantelamiento sea completo o semicompleto, dependiendo del tamaño de la central, son de dos a cuatro años de trabajo. Hay que tener en cuenta que en estas instalaciones debe realizarse una limpieza previa de las mismas para poder luego segregar materiales limpios, y que son instalaciones con muchos miles de metros cuadrados de extensión, edificios y estructuras de mucha altura y distinta tipología… En definitiva, el reto técnico es grande, lo que unido al reto ambiental que supone la gestión correcta de tantos materiales, hace que la duración sea elevada.
A pesar de que las obras que acometen generan muchos residuos, han conseguido que más del 90% de los residuos se valoricen… ¿Cómo lo han conseguido?
La clave es ver los edificios o instalaciones que tenemos que analizar como activos, como un banco de materiales. Si las demoliciones se hacen de forma correcta, evitando mezclar residuos y evitando que residuos peligrosos contaminen a otros, lo que tenemos como resultado son materiales que bien tratados pueden reintroducirse al mercado. Desde el vidrio, plásticos, madera hasta metales u hormigón. Si son segregados unos de otros y retirados primero los materiales peligrosos como combustibles, amiantos, etc. pueden reintroducirse al mercado y ser reciclados. Lezama fue la primera empresa del sector en obtener el certificado de residuo 0, que garantiza que al menos el 90% de los materiales de nuestras obras se valoriza. En 2023 y 2024 hemos alcanzado el 95 y 94% respectivamente. Además de tratar de reutilizar elementos en la primera fase (motores y elementos mecánicos, enseres, etc) buscamos separar los materiales lo máximo posible para que sean reciclables. Además, algo que intuitivamente se ve, que es que medioambientalmente es mejor reutilizar una mesa o separar sus partes de madera y metal y reciclarlas que echarlas a un vertedero, lo medimos con un procedimiento certificado y le damos un valor en toneladas de CO2 equivalente evitado. Esto nos da posibilidad de tomar decisiones eligiendo la alternativa de demolición que menos impacto genera y, en definitiva, a elegir el proceso de demolición más sostenible posible.
¿Hacia dónde cree que camina el futuro de la demolición?
En estos tiempos donde prima la sostenibilidad y la economía circular, el sector de la demolición ha sabido adaptarse a esos paradigmas, ya que en las demoliciones tenemos bancos de materiales para volver a introducir al mercado, evitando saturar vertederos y evitando la extracción de nuevas materias primas. Si las demoliciones se realizan de forma selectiva, el sector tiene un potencial enorme, ya que en el ámbito urbano siempre hay espacios a renovar y zonas a ampliar que requieren de demoliciones, e igualmente en el sector industrial, siempre hay instalaciones que van quedando obsoletas y es necesario renovar. El sector está sabiendo adaptarse a las necesidades técnicas y ambientales, y no deja de crecer.
¿Y el de Lezama Demoliciones?
En nuestro caso, debemos seguir aplicando todas las mejoras que hemos implantado en estos años de crecimiento a nuevos sectores como el nuclear, el eólico o solar, que va a necesitar renovarse. También la internacionalización es un reto, y ahí las exigencias de los clientes y la competencia aumentan, pero estamos preparados para asumir ese reto.
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