Aitzgorri: «No se puede diversificar si no se innova, y en nuestro caso eso pasaba por la robótica”
La guipuzcoana Aitzgorri es uno de los principales referentes en calderería pesada de Euskadi. Se fundó hace 35 años en Idiazabal, donde se asienta la sede de una empresa familiar con arraigo y compromiso que representa un ejemplo claro de cómo una pyme de nicho como esta no solo puede innovar sino además incorporar tecnología avanzada en sus procesos industriales, referenciaba recientemente su gerente, Eider Iztueta en los micrófonos de ‘Made in Basque Country’.
¿Cuál ha sido su camino profesional hasta llegar aquí?
Mi carrera profesional empezó trabajando como consultora. Estudie Psicología en la Universidad de EHU/UPV (Donostia), pero en los dos últimos años de la carrera, tenía que elegir la especialidad y me decanté por la especialización empresarial, terminado mis estudios de Psicología Organizacional. Posteriormente continué mi formación, enfocándola hacia los Recursos Humanos y la PRL (Prevención de Riesgos Laborales). Y así fue mi bautismo profesional en el mundo empresarial, trabajando como consultora, como técnica en selección de personal y de formación.
¿Llegó a pensar que terminaría su carrera en el negocio familiar?
Unos cinco años antes de que se jubilase mi aita, nos planteó a los dos hermanos, a Garikoitz y a mí, coger las riendas del negocio. Mi hermano lo tenía bastante claro, ya que desde siempre ha trabajo en Aitzgorri y además se formó para trabajar en ello, pero yo en cambio no lo tenía claro. ¿Qué me empujó a ello? Por una parte, que mi hermano no quería coger solo las riendas del negocio, y por otro, por todo lo que hemos vivido en casa, ese esfuerzo, ese sacrificio y esos valores que nos han transmitido en casa. Eso no se puede explicar, es algo que se lleva dentro. Así que di el paso y hoy somos los dos los propietarios y socios de Aitzogrri. Mi hermano como responsable/jefe de producción y yo en la gerencia.
¿Cuánto ha costado ese paso de mediar entre una pyme y los intereses que demanda la gran industria vasca?
Cuesta lo suyo, claro. Hay que estar ahí, salir, conocer, escuchar, casi a la sombra de la gran industria vasca… Hay que adaptarse a las necesidades del mercado. Nuestra prioridad es la continuidad del negocio y para ello nos hemos dado cuenta que tenemos que ser flexibles, no centrarte en lo de siempre, sino que dar cada vez un servicio mejor y completo, y estar a la última. Es esto lo que necesitan las grandes empresas, proveedores vivos que evolucionan como ellos, siempre, claro, en otra escala.
Son especialistas en calderería pesada, ¿cómo podemos explicar su actividad?
Aitzgorri es una calderería media-pesada especializada en la construcción de piezas bajo plano del cliente, trabajando sobre todo con acero. Por lo tanto, fabricamos estructuras metálicas y para ello contamos con oficina técnica, profesionales cualificados y tecnología avanzada.
Siempre hemos trabajado la diversificación y tenemos el foco en diferentes sectores, sobre todo a nivel de Euskadi aunque ya hemos empezado a abrir mercado más allá. Trabajamos mucho para ámbitos como el de la máquina herramienta, elevación, siderurgia, energía…
¿En qué momento os disteis cuenta de que teníais que crecer?
En 2016 cogimos las riendas del negocio y casi al año decidimos sentarnos los dos (mi hermano y yo) para pensar en que queríamos para nuestra empresa. Para ello realizamos una reflexión estratégica y externa con la ayuda de Goierri Valley. Eso ya para nosotros era lo más. Sentarnos a hablar, salir del día a día y pensar. Parece poca cosa, pero es el punto de partida de todo. Los retos claves que salieron en esa reflexión fueron la diversificación (teníamos que aplicar negocio, ya que dependíamos mucho de un sector y sobre todo de un cliente), la digitalización y la innovación. Y vimos que una nos llevaba a la otra. No se puede diversificar si no se innova, y no solo hablo de la robótica.
¿Y cuáles fueron los primeros pasos?
El primer paso fue certificar la calidad de la soldadura, a la que siempre le hemos dado mucha importancia pero veíamos necesario certificarlo y así sacamos las diferentes ISOs y también las correspondientes homologaciones de los soldadores. Eso ya te da pie a entrar en nuevos clientes. Posteriormente invertimos en 2018 en dos grúas nuevas para tener mas capacidad de carga y así especializarnos en nuestro fuerte, la calderería pesada, con capacidad de hasta 20 toneladas. Al poco crecimos, ampliamos plantilla y ampliamos nuestra superficie con otro pabellón más especializado, con más capacidad y mucho más flexible. En ese momento, vimos que éramos capaces de coger más carga de trabajo y que la gran industria tenía necesidad de subcontratar calderería, pero también tenía la necesidad de tener proveedores con mejor servicio e innovadores. Y para ello incorporamos oficina técnica propia y realizamos la transformación digital, digitalizando todos los datos de la empresa, teniendo una analítica datos completa. Y así, en 2023, llega el cambio radical para nosotros, con la automatización del proceso de la soldadura, con un robot avanzado. Logrando lo que estábamos buscando la diversificación de sectores y productos, consiguiendo nuevos clientes muy estratégicos para nosotros.
La robótica como punto de inflexión…
Así es. Si queríamos evolucionar, avanzar y crecer para garantizar nuestra continuidad teníamos que invertir en robótica. Es el futuro. La decisión estaba tomada pero necesitábamos más personal y no lo teníamos. Es un problemón lo que tenemos hoy en día con el personal. Al margen de que no hay, los que hay prefieren trabajar en la gran industria. Esa es la realidad. Y en ese momento decidimos automatizar el proceso de soldadura, un trabajo lineal, de poco valor añadido… Automatizamos los procesos y así los soldadores pueden centrarse en las piezas de más valor.
Forman parte del ecosistema Goierri Valley. ¿Por qué y que les aporta?
En toda mi trayectoria en Aitzgorri ha sido clave la ayuda de Goierri Valley. Por un lado, porque esa necesidad de estar a la altura de la demanda de la gran industria es fundamental. En torno a Goierri Valley se impulsan foros, dinámicas, proyectos… Solo el estar y escuchar aporta y se aprende. Y por otro lado, la colaboración que empuja Goierri Valley es real y es posible. Nosotros a título individual, por ejemplo, no habríamos podido participar en muchos proyectos estratégicos, pero con su ayuda y la de otras pymes y firmas tractoras es todo mucho más fácil y factible.